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miércoles, abril 01, 2015

¿Porqué seguimos sin cambiar?

La mayoría decimos que queremos más: que queremos romper con lo que tenemos, queremos poder viajar, queremos poder hacer lo que nuestro corazón desea.
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Pero no lo hacemos.
A veces es por una relación tóxica en nuestra vida: la que mantenemos con nosotros mismos. Nos machacamos, nos insultamos, nos obsesionamos con nuestras debilidades, cuestionamos que merezcamos ser queridos o ser felices. Nos hablamos a nosotros mismos como si fuéramos nuestro peor enemigo, llenando nuestra mente de dudas, cinismo, opresión e inseguridad.
Somos nosotros mismos quienes nos hacemos sentir descontentos y frustrados con nuestra vida en general.
Nos cortamos nuestras propias alas.
A veces es porque hemos firmado contratos personales que nos atan a nuestra situación actual. Hijos, padres mayores a quienes cuidar – gente que depende de nosotros económica y efectivamente y que no podemos olvidar.
Lo que decimos siempre es:
"Yo quiero seguir mi pasión, quiero cambiar, quiero poder ver mundo, quiero hacer cosas nuevas, diferentes... pero no puedo. ¿Cómo lo hago?"
Hace poco escuché la historia de una mujer en la posguerra, que se casó con 18 años y en seguida empezó a tener hijos. Con 28 años tenía 4 hijos – el mayor, 9 años, el pequeño, meses… y en ese momento su marido la abandonó y no volvió a aparecer jamás.
Y con una situación tan desalentadora, en ese momento, ese día, decidió algo: decidió que su vida no iba a ser siempre así. Que pasaría por mucha pena, muchos sacrificios para salir adelante, pero que un día cumpliría su sueño de ver mundo.
Cogió un bote de la cocina, metió una moneda y lo guardó en el fondo de un armario. Y metió una moneda cada día hasta que el menor de sus hijos se pudo ir de casa y ganarse la vida. En ese momento, sacó todos esos botes, los llevó a un banco y con el dinero que había juntado a lo largo de los años, se compró un billete para viajar tan lejos como el dinero le dio, como se había prometido a sí misma aquél día en el que su mundo se vino abajo.
Tal vez no puedas comenzar hoy tu viaje.
Tal vez tienes que mejorar la relación contigo mismo – empezar a ser tu mejor amigo. Tal vez debes parar y darte cuenta de todo lo que haces bien, de lo que te esfuerzas, de las veces que ayudas a los demás, de las veces que plantas cara para defender aquello en lo que crees.
O posiblemente tienes obligaciones y contratos que te tienen atado.
Hoy no voy a decirte lo que tienes que hacer (pero no te acostumbres, que una es mandona ;D ), cómo cambiar lo que en este momento sientes que te frena.
Pero sí puedes levantar tu mirada hacia el futuro y planificar cómo y cuándo van a ocurrir tus sueños. Puedes soñar y decidir una fecha. Puedes pensar qué ir haciendo hasta que ese momento llegue, para irte preparando.
No sé si quieres viajar, cambiar de trabajo – o dejarlo todo y dedicarte a cantar.
Pero lo que sí sé que es que hemos nacido para avanzar, para movernos hacia adelante. Estamos diseñados para crecer, para retarnos, para lograr.
Por eso el día que te levantas y te das cuenta que estás igual de lejos de tus sueños que hace cinco años, ¿es de extrañar que te de un ataque de ansiedad, que entres en crisis, que te deprimas?
Si en este momento te preguntas: ¿estoy más cerca de la vida que deseo que hace un año? ¿siento que me estoy moviendo hacia adelante? y la respuesta es NO, déjame que te haga una pregunta… y tú decides qué hacer con la respuesta:
Para avanzar en mi vida, lo primero que tengo que hacer es…
(Copiado de una web, que no recuerdo)

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