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lunes, diciembre 24, 2012

El talonario


Ese sábado se despertó con ganas de gastar. Buscó el viejo talonario del banco y se lo guardó en el bolsillo. En el salón, su hija pequeña veía unos dibujos animados, más dormida que despierta. Se sentó junto a ella y le dijo,  “ cada noche, al acostarte, me pides que te haga mimos. Yo te hago,  pero siempre te quedas con ganas de más.”  Sacó el talonario y escribió en un cheque,  “ Pagaré al portador una hora de caricias por todo el cuerpo.” Ella sonrió y le dijo, “creo que me lo voy a gastar ahora mismo .”
Ese fue el primer talón del día. Después pasó por el mercado, hizo unas compras y  fue a visitar a su madre. “ En mis cuarenta y dos años de vida me has hecho la comida, aproximadamente, 18.000 veces ” le dijo, mientras firmaba un talón. “ Hoy cocino yo ”. La madre leyó en voz alta,  “ páguese al portador una ensalada de cigalitas salteadas, bocaditos de merluza rebozada y un helado de higos con chocolate caliente”.
Después de comer quedo en el café con un amigo al que debía, desde hace tiempo, una explicación. Necesitó todo el reverso de un cheque para escribirla. Se lo entregó  y se abrazaron.
Ya en casa, después de cenar, firmó un talón a su hija mayor canjeable por un cuento con osos, piratas y tesoros hundidos. Después,  se sentó junto a su mujer.  Ella le dijo,   “ me he encontrado este talón con caricias en el pijama de la niña. ¿aún tiene fondos?”
“Claro, ¿quieres hacerlo efectivo ahora?”  Ella se rió:  “Mejor lo guardo para mañana. Hoy también me apetece gastar a mí.”  Cogió el bolso, abrió su talonario y, mirándole con descaro, le extendió un cheque en blanco. 
Publicado en El diario vasco el sábado 4 de agosto de 2007.

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