Hasta hoy no se ha topado con alguien que le diga que su mayor arrepentimiento sea no haberse tirado del bungee, ni haber tenido más sexo. Ware relata de esa sabiduría, lucidez y claridad que uno gana con la edad, cuando uno se enfrenta a los últimos momentos de vidas. Ware quisiera que aprendiéramos de las palabras de estas personas, pues por algo todas han coincidido en los mismos puntos.
1. Quisiera haber tenido el valor de vivir para mí, no para las expectativas que otros tenían de mí.
“Este es el remordimiento más común de todos. Cuando uno se da cuenta que su vida está a punto de terminarse y miran en retrospectiva, es fácil darse cuenta cuántos sueños se han pasado sin realizar.
Muchas personas saben que no han honrado ni la mitad de sus sueños, y saben que se debe a las decisiones que tomaron o dejaron de tomar.”
2. Desearía no haber trabajado tanto
“Este deseo vino de cada paciente masculino que he cuidado. Se perdieron la infancia de sus hijos y la compañía de sus parejas.”
“Las mujeres también hablaban de este aspecto, pero como muchas de ellas fueron parte de generaciones anteriores, muchas no eran las proveedoras de la casa”
3. Desearía haber tenido el valor de expresar mis sentimientos
“Muchos contenían sus sentimientos enfrente de otras personas. Como resultado, se conformaron con una existencia mediocre en la que no pudieron convertirse en quienes eran realmente. Muchos
desarrollaron enfermedades relacionadas a la amargura y al resentimiento que cargaron por años”.
4. Quisiera haber permanecido en contacto con mis amigos
“Muchas personas se sumergieron tanto en sus propios trabajos y vidas que dejaron escapar a esas amistades doradas. Hay demasiados arrepentimientos relacionados a no dar a los amigos el tiempo y esfuerzo que merecían”.
“Todos extrañan a sus amigos cuando se están muriendo”.
5. Me gustaría haberme dejado ser más feliz
“Muchos se percatan hasta el final que la felicidad es una decisión. Se quedaron viviendo en viejos hábitos y patrones, en la comodidad y la familiaridad, en un miedo al cambio, en fingir ante otros y ante sí mismo que estaban contentos cuando, muy en su interior, añoraban reír a todo volumen y volver a tener ingenuidad y puerilidad en sus vidas”.
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