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miércoles, octubre 28, 2009

Nando Parrado


Iecisa organizaba un evento bianual, durante tres días al que invitaba a los mejores clientes de la Administración Pública española, cada uno de ellos en un sitio distinto de la geografía : Palma de Mallorca, Valencia, Toledo, entre otras ciudades recibieron nuestra visita, hasta ocho.

Al mismo también se invitaba a compartir sus vivencias como conferenciante, a una figura de renombre internacional, así se nos permitió deleitarnos escuchando al periodista norteamericano Negroponte, a Edurne Pasaban, primera mujer en coronar el Everest, etc.

Guardo muy buen recuerdo cuando le toco a Santiago de Compostela ser la ciudad anfitriona, ciudad que siempre tendrá un encanto especial para mí. El invitado elegido para esta ocasión fue Nando Parrado, uno de los supervivientes del avión uruguayo que se estrello en los Andes.

La noche anterior habíamos tenido la cena de gala en el marco incomparable del Hostal de los Reyes Católicos, un poco más de mil quinientas personas y sucumbimos al encanto del bello lugar, por lo que estuvimos en la fiesta hasta altas horas de la madrugada, por lo que la conferencia se presagiaba como somnolienta, a mi se me cerraban los ojos cuando atenuaron las luces, pero creo que fueron instantes, ya que de repente me sentí apoyado en el respaldo de la butaca que tenia delante de mi y recuerdo mirar para mis costados y ver que todos los asistentes me emulaban con un silencio total expectantes a las palabras del que hablaba, fue espectacular como relato el viaje a la civilización que le había tocado vivir, como perdió a su hermana y a su madre en el accidente, como la vida le permitió vivir en varias ocasiones mientras se la robaba al compañero de al lado.

Muchas vivencias como cuando se le acerco el compañero que estaba escuchando la radio para decirle que acababan de comunicar que habían abandonado la búsqueda de supervivientes, excelente noticia, nos dimos cuenta de que ahora dependíamos de nosotros y nos pusimos a planificar nuestro regreso a la civilización.

Contó como su padre que los había llevado al aeropuerto y al no encontrar aparcamiento, se dio cuenta que no les había dado un beso de despedida, no importa, se dijo, el lunes les doy dos. Ya no tuvo oportunidad de volver a besar a su esposa, ni a su hija. Por eso y gracias a esta anedocta, el besaba cada mañana y cuando podía a sus seres queridos.

Relato muchas intimidades más, a cual más interesante, el regreso a su casa en Carrasco y el impacto que recibió cuando entro en su casa y comprobo que su padre se había desprendido de todas sus pertenencias, inclusive de su moto, ya no existía su dormitorio, había desaparecido su “presencia” en su casa. Solo la presencia de una foto encima de la chimenea con su madre y su hermana hablaba de su paso por ella.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hello. And Bye.