Este pedacito de Italia es, directamente, el Nunca Jamás del viajero. El punto y final, la tierra prometida, el lugar donde los huesos y los amaneceres duelen menos. Será por el plácido compás de sus días o por esa acumulación de monumentos. O simplemente porque es todo a lo que uno aspira en la vida: comer bien, pasear mejor y oler cómo el sol lo baña todo. Hay una Toscana para cada uno (urbanita, mochilero, gourmet…), pero, por si acaso, tiene unas obligaciones placenteras.
1. Cruzar una y otra vez el Ponte Vecchio (Florencia).
2. Dar vueltas como un loco por la Piazza della Signoria y saludar a Perseo, a Neptuno o a un mimo disfrazado de Verdi.
3. Asimilar como un poseso que los Medicis eran lo más.
4. Creer en lo que haya que creer (aunque sea en la genialidad)
5. Recibir un máster en (Grande) belleza por los largos pasillos de l’Accademia
7. Volverse renacentista por los suburbios más bellos del mundo
8. Perderse en las bodegas del Valle de Chianti
9. Dejar a un lado las barricas y las fermentaciones para vaguear en lomas habitadas comoGreve in Chianti, Castellina in Chianti, Radda in Chianti o Gaiole in Chianti.
10. Morder el polvo del serrato de esos caminos blancos
11. Abrazar esa ciudad en miniatura
12. Salivar por cualquier bocado autóctono
13. Sumergirse en el castillo de Caprese Michelangelo
14. No dejarse por el camino las vistas de Poppi ni las iglesias de Bibbiena.
15. Zigzaguear ebrio de rurarlismo por el Valle de Chiana
16. Encontrar la sonrisa etrusca en Chiusi y en su museo arqueológico.
17. Tumbarse en la Plaza del Campo de Siena
18. Babear ante el Duomo de Siena
19. Corretear por la utopía renacentista, por el sueño de un Papa (Pío II)
20. Dejarse el cuello mirando para arriba en San Gimignano
21. Catar el sorprendente vino de Brunello en las tasquitas encantadoras de Montalcino.
22. Descubrir (para presumir por las redes sociales) Grosseto
23. Vagar por el infinito paseo marítimo de Porto Santo Stefano.
25. Abordar la isla de San Giglio
26. Sumergirse entre la frondosa vegetación y el azulérrimo mar Mediterráneo
27. Tentar al destino en el jardín del Tarot.
28. Recorrer de abajo arriba la costa de los Etruscos
29. Retirarse a Elba, como Napoleón
30. Huir del ruidoso puerto de Livorno
31. Glorificar a Pisa
32. Hacerse el graciosillo ante su famosa torre inclinada.
33. Comprender que en Volterra habría que vivir media vida
34. Llegar a Carrara buscando el mármol
35. Salir de farra por Viareggio
36. Aprender a montar en bicicleta sobre las murallas de Lucca.
37. Dominguear por el retorcido casco histórico de Lucca
39. Desorientarse por Pistoya sin rumbo fijo.
40. No resistirse ante la enésima ciudad venida a menos: Pescia
41. Toparse con el futuro entre tanta piedra tras las paredes del museo Luigi Pecci en Prato.
42. Matar por volver.
Y siempre, siempre, procrastinar frente al Ponte Vecchio
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