Me siento rara, no en vano hacia años que esperaba esta
llamada y ahora me siento vacía, sin contenido. No he asimilado el golpe mortal
asestado en lo más profundo de mi ser.
Fuiste (y eres) mi sueño más inalcanzable, mi motivo de cada
día para ser mejor. Tengo la edad de conformarme con lo que elegí en su momento
y es lo que tengo, he renunciado a cambiar mi vida, lo más importante para mi en
estos momento, es la paz que me da lo cotidiano, el ir de compras, ir al
gimnasio, pasear junto a él por esos lugares que soñaba que recorrería junto a
ti y que no pudo ser. Me declaro cansada de seguir un imposible, ese que juraba y perjuraba que no lo era, sentí y predecía mentalmente dentro de mi la crueldad de cambios en mi vida que
en el fondo no quería, pero he bajado de repente y de una manera brutal a la tierra, desde
esos sueños inalcanzables más hermosos, dándome de bruces con la realidad más
dura.
A pesar de eso no puedo alejar mis pensamientos de aquellas hermosas sensaciones que tuve cuando me pasaste por primera vez el brazo por encima del
hombro, en un claro gesto de posesión que me hacia sentirme tuya , mientras paseábamos
por la calle detrás de la iglesia, a la salida del instituto, en esos momento ya
tocaba el cielo con las manos, era millonaria en sensaciones hermosas, no tenia
prisas, caminábamos despacio, solo encontraría la soledad más adelante y no la deseaba,
era muy feliz con tu presencia a mi lado, aún ni siquiera me habías besado,
aunque deseaba ese momento con intensidad, conocedora de que vendría, ya estaba preparada para aceptarte cuando sucediera, mi sangre revoleteaba incansablemente en mi cuerpo
casi infantil.
Corrimos para alejarnos de la tenue y persistente lluvia, llegamos a guardecernos al costado de una
columna de ese edificio que aparecía inmenso, al borde del parque de
atracciones. Sabia que sucedería mientras trataba inútilmente de secar mi cara
muy nerviosa con el pañuelo y estaba preparada, lo deseaba, te mire y me
devolviste la mirada más dulce mientras acercabas tus labios a los míos con una
lentitud exasperante y me vi obligada a culminar el contacto con un gesto
rápido y preciso del que no deseaba retroceder, me gustaba tanto que quise quedarme
allí para siempre y no romper ese maravilloso hechizo, son sensaciones que ya nunca pude
repetir con otro y que guardare para siempre como parte de tu legado.
Hoy que la melancolía me rodea de una manera brutal, me es
imposible alejar mis pensamientos de aquellas emociones de pasear cogidos de la
mano por la ribera del río, cuando me ibas a buscar a la casa de la profesora que
me ayudaba en las tareas extraescolares. Se hacia de noche y nos parecía temprano
para regresar en el bus, quisimos alargar esos momentos y nos sentamos debajo de
un árbol frondoso, inmersos de los aromas de la rosaleda cercana y sucedió, sentía
tus dedos recorriendo mi espalda sin prisa, disfrutando de ese largo y cálido discurrir
por mi piel, eran sensaciones que sabíamos de “mayores”, pero que hipnóticamente
no podíamos renunciar, ni queríamos hacerlo, debía prevalecer mi cordura y no
dejarte seguir…pero no era capaz, mi cuerpo se sentía halagado, deseaba que
continuaras en lo más profundo de mi ser.
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